En el mundo del automovilismo, donde cada milisegundo cuenta y la precisión es la clave, los ingenieros industriales se han convertido en un pilar fundamental. Desde el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de la Región de Murcia (COIIRM), queremos destacar la historia de uno de nuestros colegiados: Roberto García, ingeniero industrial mecánico que ha llevado su pasión por el motor desde Orihuela hasta la cúspide del automovilismo: la Fórmula 1.

Un camino que comenzó en un taller mecánico

Roberto recuerda sus primeros pasos en el mundo del motor: “Nací en Orihuela y mis primeros pasitos los hice en el taller mecánico de mi padre, donde ayudaba y aprendía de forma práctica mientras cursaba mis estudios. De mi madre aprendí a cortar sin patrón y las matemáticas”. Esta combinación de aprendizaje práctico y académico fue el germen de una trayectoria profesional llena de éxitos.

 

El karting también jugó un papel fundamental en su desarrollo. “Un día mi padre me dijo: ‘Si te va bien en la escuela compramos un kart y vamos a correr’. ¡Trato hecho! Tenía un sueño, pero debía rendir en la escuela”. Este espíritu de superación, combinado con una sólida formación académica, lo llevó a estudiar ingeniería industrial en la Universidad Politécnica de Cartagena, completando su formación con un Erasmus y un proyecto fin de carrera en la Universidad de Porto.

Más de 20 años de experiencia en el automovilismo de competición

Tras finalizar sus estudios, Roberto comenzó su carrera profesional en Suiza en 2003 como mecánico de Fórmula Renault y posteriormente como ingeniero de datos. Desde entonces, su trayectoria no ha hecho más que crecer. A lo largo de más de dos décadas, ha trabajado en una amplia variedad de competiciones: desde campeonatos de monoplazas junior hasta las prestigiosas 24 Horas de Le Mans, las 500 Millas de Indianápolis y el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1.

En la actualidad, Roberto trabaja como ingeniero de rendimiento en el equipo Sauber de Fórmula 1. Su labor implica un equilibrio perfecto entre precisión técnica y trabajo en equipo: analiza y optimiza el rendimiento del monoplaza en cada carrera, interpreta datos en tiempo real, coordina con el equipo de ingenieros y el piloto, supervisa estrategias, gestiona el consumo de combustible, los neumáticos y la aerodinámica. “Se trata de que el coche opere al límite de su capacidad en todas las condiciones”, afirma.

La multidisciplinariedad de la ingeniería industrial

Lo que más gratifica a Roberto de su trabajo es la diversidad de disciplinas que combina su labor diaria. Desde la climatología y las matemáticas avanzadas hasta la dinámica de vehículos, la mecánica de fluidos, la electrónica, la programación, los materiales y el diseño CAD, cada jornada supone un desafío emocionante.

Más allá de la pista

Además de su trabajo en Fórmula 1, Roberto no ha dejado de compartir sus conocimientos y pasión por el automovilismo. Es telemetrista en la Escuela de Karting Ceutí, imparte clases en el ISEP Motorsport Academy en Portugal y en el Máster de Race Engineering de la Universidad de Pavía, en Italia.

A pesar de su apretada agenda, siempre encuentra tiempo para su familia y sus hobbies: “Estoy casado con Leonor y somos padres de Belén, nuestra encantadora hija. En mi tiempo libre me gusta hacer deporte, karting y disfrutar en familia”.

Inspiración para futuras generaciones

La historia de Roberto es un ejemplo perfecto del potencial de la ingeniería industrial y de cómo esta profesión puede abrir las puertas a carreras tan apasionantes como exigentes. Su trayectoria pone de manifiesto que los ingenieros industriales pueden desempeñar roles clave en entornos tan diversos como la Fórmula 1, demostrando la versatilidad y la importancia de esta profesión en el mundo actual.

Desde el COIIRM, queremos felicitar a Roberto por sus logros y agradecerle por inspirar a nuevas generaciones de ingenieros a soñar en grande.